Los sistemas tradicionales que están centrados en una planificación específica y enaltecen factores como el costo, tiempo y alcance, se ven desafiados por una gestión ágil de proyectos que prioriza el trabajo en equipo, la colaboración con clientes y la flexibilidad.

Debido a la inestabilidad de los entornos y a los cambios constantes que sacuden al mundo de los negocios, desde hace un tiempo las empresas han comenzado a revisar sus procesos, enfoques y metodologías para adaptarse a estas exigencias.

Al principio de los ‘90, varios pensadores de la Ingeniería del Software propusieron una serie de alternativas de desarrollo que se apartaban del enfoque predictivo predominante. 

En esa época, estaba de moda el conocido ciclo de desarrollo en cascada (Waterfall), caracterizado por ordenar secuencialmente las etapas del ciclo de vida del software:

El congelamiento de los requisitos de software en etapas tempranas del desarrollo, era el gran problema de estas metodologías ya que no permitían tener certezas respecto al desarrollo resultante. 

Ante esta dificultad, los pensadores se dedicaron a observar varios proyectos de software y sacaron las siguientes conclusiones

  1. El cambio en proyectos de software es más la regla que la excepción.
  2. Al tratarse de ambientes inestables y, a veces, caóticos, se requiere de una alta adaptabilidad y creatividad.

Estas premisas los llevaron a sentar las bases de nuevas metodologías de desarrollo, cuyos fundamentos son: el cambio, la adaptabilidad y la creatividad. 

Es más, en el 2001, en Utah, EE.UU, se creó y firmó el conocido Manifiesto Ágil que fue adoptado por profesionales experimentados del desarrollo de software y posee 4 pilares esenciales del agilismo:

  1. Individuos e interacciones sobre procesos y herramientas.
  2. Producto funcionando sobre documentación exhaustiva.
  3. Colaboración con el cliente sobre negociación contractual.
  4. Respuesta ante el cambio sobre seguir un plan.

En el informe 16th Annual State of Agile’ del año 2022, se destacó a SCRUM como el marco de trabajo o enfoque ágil más popular con el 87% de los encuestados. 

Claramente, el desarrollo ágil se destaca por darle especial énfasis a la colaboración para lograr resultados y cambios evolutivos.

Es evidente que en estos últimos años lo ágil le saca ventaja a lo tradicional, sobre todo al involucrar al equipo, clientes o stakeholders en el proceso porque es mucho más gratificante para el cliente ver incrementos o demostraciones del producto en tiempos más tempranos.

La alta calidad, mayor productividad, valor comercial, menor costo y velocidades más rápidas de comercialización, son algunos otros beneficios de su aplicación práctica que no debemos desaprovechar.